veo esos cuerpos redondeados, hasta los ombligos veo atrás de las remeras que pareciera que se les fueran a descocer los costados. veo desde mi más adentro la náusea, el mareo, la mirada indignada de las vecinas como de verguenza ajena o poderío. veo como caminan de acá para allá haciendo como si no llevasen esa bolsa de piedras, como si fuera eso lo que siempre hubiesen deseado, como si el síndrome se hubiera vuelto milagro y privilegio. veo aunque sea invisible todo lo que sienten en sus pechos, el dolor de todas las vidas ultrajadas. veo y lloro y grito por todas las caras grises que quisieron ser libres alguna vez antes de parir o morir.
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